miércoles, 3 de marzo de 2010

Un Hombre tan Simple




A Ricardo Cafferman...

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Dicen que toda noche esconde un misterio y devela una realidad. Aquella noche termino viendome caminar a paso ligero, evitando levantar la cabeza para que los distraidos no fuesen captados por mis lagrimas, incipientes, pero lagrimas al fin. Meses me habia tomado la trascendental decision de hablarle. Ella era un cielo despejado, un par de ojos que destellaban con la furia del relampago y la belleza del horizonte. Morena, un nombre que tapizaba su hermosura con ese tono oscuro y misterioso. Meses, pienso. Que imbecil. Eran apenas unas palabras las que tenia que soltar. Y ahi estaba Pablo, que evidentemente se habia saltado la parte de las declaraciones.

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Camine sin rumbo, derecho por Medrano, prendiendome un pucho con la habilidad de un recien nacido y limpiandome los ojos, que entre llanto y viento ya me punzaban. Esa sensacion acida en las entrañas no me daba un respiro. Me di cuenta que el tiempo no transa con los metodistas, y en este mundo de canibales hay que mostrar los dientes antes que nadie. Entre tanta reflexion, mire un segundo a mis espaldas y vi a dos muchachos siguiendome, gesticulando canciones barriales. Seria la sensibilidad del momento, pero la paranoia me jugo una mala pasada. Termine haciendo curvas por el barrio, hasta que termine en Querandies y las vias, frente a una fabrica que parecia abandonada.

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Ya invadido por una sequedad en el alma, camine resignado, casi sin fuerzas hacia el otro lado, buscando que mis captores me dejaran sin un cobre o lo que fuere que me deparara el tiempo. Pero a dosa pasos de mi caminata, una extraña melodia hizo que me detuviera. Un rocanrol suave, refinado, con toques tangueros. Pude descifrar algun acorde de Cambalache entre algunos machaques en quinta. Al mirar al cielo, descubri una luz en el tercer piso, y entendi que de alli venia la cancion. A estas alturas el azar ya no podia seguir castigandome. Entre por una abertura que habia en un viejo porton. Subi por una escalera de cemento, y casi sin aire (mezcla de dolor y cigarrillos) llegue altercer piso. Ahi estaba. Custodiado por un perro sin raza, rodeado de unos cartones con dibujos fileteados en acuarela. Aquel anciano de barba blanca e interminable, me miraba con ojos apagados y gentiles, sonriendo a pesar de casi no tener dientes.

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"Entonces dime, que puedo hacer por vos?"

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Ya entrada la madrugada, no podia contener la risa, mientras picaba y acariciaba a Zorzal, que a esas alturas ya no me ladraba. El Kornetta, aquel anciano del que nunca supe su nombre real, no paraba de saltar frente a mi, tratando de zapar esa extraña mezcla de tango y rock, frenando cada dos por tres para pedir una seca o levantar torpemente la botella de tinto. Mi tristeza a esas alturas era una nostalgia menos acida. Los torpes paseos del viejo por el pequeño cuarto no dieron cuartel, y comence a sonreir.

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"Seguis buscando en vano una razon. Pero te alejas de tu corazon"

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Largaba arpegios suaves que perduraban en el aire, mientras yo dibujaba sobre el aserrin del suelo, con la botella casi vacia. Le hable de mis culpas. De la eterna parsimonia que corroe las venas del que pierde la audacia cuando un impulso desconocido llama a su puerta. De como Morena me saludaba en clase. Quizas yo fuera una estacion mas en su mejilla itinerante, pero no habia sensacion mas dulce que la de su piel y el sonido corto de aquel beso protocolar al aire. Su sonrisa era incaludicable. Seguia hablando como si hablara conmigo mismo, mientras el Korne miraba el puente y buscaba casi sin nocion algun acorde en septima. Zorzal acomodo su cabeza sobre mis rodillas, mientras le sacaba mecha a esa tuca que me ampollaba los dedos. Kornetta ordeno seguir la ronda de dos almas. Sonrio y volvio a tocar.

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"Escucha, amigo, un dia partire. Y estaras solo, tan solo como ayer..."

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Nos miramos por primera vez con seriedad. Tambaleabamos ya demasiado aturdidos por los efectos colaterales, y nuestros ojos ya teñidos de carmesi buscaban volver a esa azotea , para por primera vez en la noche hablar en serio. No pudimos. El mensaje quedo en el ambiente, sin embargo. El tiempo es un segmento traicionero, un misero pedazo que nos toca de ese vertice infinito. Pude sentir la directiva paterna de aquel hombre que en realidad tomaba mis deseos como su ordenes. Y esa amenaza: algun dia tendria que pelearla solo, sin presencias arlequinezcas como la suya, que reavivaran el fuego de la alegria. Cuando entendi que Dios no juega a los dados, lanzo su sentencia sobre mi...

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"Eres un hombre tan simple como todos, pero sumamente cobarde para amar"

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Sali tratando de coordinar dos pasos seguidos. Preferi dar algunas vueltas para que la conciencia volviera, y casi inconscientemente volvi hacia donde eldestino me habia martillado conaquella escena tajante. Trate de convencerme que lo que estaba viendo era un deseo que la locura del momento me concedia. No, ahi estaba. Morena lloraba en el umbral de una puerta.

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"More, que paso...?"


"Fer..."

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Me abrazo como buscando que me la llevara de no se donde. Cada palabra de su boca, segundos despues, resono en mi como relampagos de paz. Pablo estaba tan borracho que le habia arrebatado un beso. Ella al principio solto su rechazo, buscando alguna satisfaccion en aquella boca, pero el muchacho no queria quedarse con eso, y poco ensoñador fue para aceptar el rechazo. Los pibes se lo llevaron mientras bramaba predicas sobre la condicion de mujeres faciles. Le acaricie el pelo y apenas apoye mis labios sobre su frente, buscando que dejara de temblar. Dejo escapar una carcajada, seguida de un simpatico "estas re fumado". Terminamos comprando un cafe en Medrano y Corrientes y a dos cuadras, en un pasaje cuyo nombre no recuerdo nos sentamos sobre el cordon.

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Me levante al otro dia a las 6 de la tarde. Le hable por telefono para saber como estaba. Tres horas sin parar, pegado al tubo. Quedamos en juntarnos a comer por Plaza Serrano, pero antes del encuentro tenia que contarle la experiencia al Kornetta. Me tome el 86 hasta Almagro, encare por Querandies y atravese la abertura del porton. Cuando llegue al tercer piso, algo extrañado por no escuchar la guitarra ("estara dormido el viejo", pense) vi a Zorzal,con una mirada triste, sollozando suavemente. El Kornetta no estaba. Lo busque entre los escombros y cartones de pinturas fileteadas. Nada. Grite su apodo al cielo varias veces, pero ni su guitarra blanca me respondio. El unico sonido que capto mi atencion fue el de un pedazo de viga cayendo al vacio. Le siguio un enorme andamio, una mampara, un pedazo de pared. El tercer piso se venia abajo. No podia fallarle, no podia dejar que ese pedazo de fabrica me dejara entre sus escombros. Busque escaparme, evitando que el polvo de las paredes me cegara. Mire a Zorzal que no se movia. Ahora que el Kornetta habia muerto se quedaria solo, tenia que llevarmelo. Pero el perro no se movio. Pude verlo hasta que el polvo lo cubrio Seguramente algun andamio lo llevo con su dueño. Sali ileso, aunque no pude sacar la mirada de la fabrica, mientras dejaba caer hasta su ultimo pedazo.

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Morena escucho hasta la ultima palabra de mi historia, mientras acariciaba mi espalda dandome consuelo. Terminada la cena, me propuso ir a un recital a pocas cuadras, como para despejarme un poco. Acepte, solamente por verla sonreir varias horas mas. Ahi estaba el trio, comandado por un tal Eli Suarez, quien mientras yo robaba a Morena el primero de (espero) varios besos mas, entono una a una las palabras que aquel anciano paternal grabo en lo mas profundo de mis recuerdos...

3 comentarios:

  1. El esoterismo borgeano y la sensibilidad cortazariana en un solo bombon de ojos verdes ;)

    Por fin, por fin el leon dormido muestra los dientes.

    Besote Pat.

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  2. Seria lindo, gente misteriosa, que me dejasen sus nombres o datos asi se quien me esta hablando. Igual gracias muchas.

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  3. simplemente extraordinario, brillante! te amo bela

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